San Bonifacio nació alrededor del año 675 en Wessex (hoy en día, Devon), Inglaterra. Su nombre de nacimiento era Winfrid. Fue un monje brillante en un monasterio benedictino en Inglaterra. Aunque fue director de una escuela, él creyó que Dios quería que fuera misionero. Se fue a Frisia (al norte de Holanda y Alemania) a comenzar su trabajo. La guerra lo forzó a regresar a Inglaterra por algunos años, pero no se dio por vencido. Después, se fue a Roma para pedirle al papa que le dijera en dónde quería que él sirviera. El papa Gregorio II le cambió el nombre de Winfrid a Bonifacio, que significa “bienhechor”. Después, envió a Bonifacio a Alemania del este a convertir paganos al cristianismo.
Por casi 35 años Bonifacio viajó por toda Alemania predicando, enseñando y construyendo escuelas, monasterios y conventos. Regresó a Roma para reportar su trabajo al papa. Ahí, el papa lo ordenó obispo y le dijo que regresara a Alemania a continuar su trabajo misionero y a reformar la Iglesia en Alemania. En el reino en el que él vivía había muchos problemas por la interferencia de los laicos en las elecciones de los obispos y la mundanalidad del clero. Para restituir la fidelidad a Roma de la Iglesia alemana y para convertir a los paganos, Bonifacio se guiaba por dos principios: 1) restituir la obediencia del clero a sus obispos en unión con el papa en Roma y 2) el establecimiento de varias casas de oración que tomaron la forma de monasterios benedictinos.
Ya siendo hombre mayor, Bonifacio regresó a Frisia a trabajar entre los paganos. Una mañana, mientras esperaba para confirmar a un grupo de conversos, un grupo de nativos enfurecidos entraron violentamente a la iglesia y mataron a Bonifacio y a otros 50 conversos. En la actualidad, San Bonifacio es el patrono de Alemania.